miércoles, 2 de abril de 2014

HABLA, ORALIDAD Y ESCRITURA, EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CULTURA CHOCOANA

HABLA, ORALIDAD Y ESCRITURA, EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CULTURA CHOCOANA

Ana Gilma Ayala Santos
La cultura chocoana es la síntesis de la simbiosis étnica entre América, España y África. El indio y el negro en su lucha por la supervivencia recrearon sus formas de vida, rompiendo barreras, entre ellas, las diferencias lingüísticas; las cuales, fueron superadas a través de los préstamos culturales, permeados también por las supervivencias hispanas.
Se considera que todo el acervo cultural chocoano tiene como eje fundamental a la re-creación, es este, el gran valor social del esclavizado, quien a su vez, depositó en sus descendientes el anhelo de guardar para otras generaciones, a fin de que su legado no se perdiera; la palabra hablada, fue el elemento determinante en estas relaciones, desde estos puntos de vista se plantean las reflexiones que sustentan el ensayo, en un recorrido rápido por los caminos de la cultura chocoana, para encontrar respuestas sobre los aportes hechos desde la oralidad, por nuestra gente sencilla y a veces sin grado de escolaridad alguna.
La oralidad, entendida como la fuente primaria del lenguaje, es la fuerza de resistencia y de cohesión determinante en la construcción y salvaguardia de la cultura chocoana. La trasmisión del conocimiento ancestral, se ha sustentado en el diálogo intergeneracional a través del tiempo y ha permitido que nuestros saberes pasen de un grupo humano, a otro. El día en que este diálogo se corte, firmaremos la carta de defunción de nuestra cultura y con ello también la de nuestra historia como pueblo indio, negro y mestizo. Hacemos memoria de las palabras de Ernesto Sabato, en su libro la Resistencia: Me avergüenza pensar en los viejos que están solos, arrumbados, rumiando el triste inventario de lo perdido.
Contar historias, cuentos, mitos, leyendas, entre otros elementos de la tradición oral, ha sido función del habla regional, donde cada individuo expresa de acuerdo a la forma como le fue trasmitido, la diversidad del gran acervo cultural chocoano, sustentado en el encuentro de las subculturas regionales de cada río, vereda, caserío, o pueblo. Así, el proceso hablante es el gran gestor de una huella cultural grande en América y en especial en el Chocó. El siguiente comentario reconfirma el papel de la tradición oral en la construcción de identidad: “Los textos orales fueron sumidos como una especie de “alma natural “que siempre permanece latente guardando la esencia de los pueblos[1]
La resistencia cultural chocoana, se sustenta en encuentros de dialectos, idiolectos, entre antiguas prácticas, tradiciones, religiosidad, espiritualidad, elementos trasversalizados en los palenques, los cuales, han servido de cohesión comunitaria y que han tenido como eje a la palabra hablada, la cual, fue recreada en el escenario de una libertad lograda a sangre y fuego.
La oralidad tiene unos riesgos, los cuales no podemos desconocer, pero en el Chocó ha sido muy fuerte el don de la palabra hablada, a tal punto, que cada ancestro mayor o menor, cada descendiente de los esclavizados, cada abuelo, tío, padrino, rezandero o cantador de alabaos, curandero, partera, carpintero de ribera, agricultor, pescador y minero, ha asumido el papel de trasmisor con responsabilidad, con disciplina y con amor; lo que se convierte en una oportunidad para hacerle frente a cualquier intento de  pérdida cultural.
Nuestra fortaleza oral es tan inmensa, que la riqueza de la cultura chocoana se sustenta en su diversidad, en el desarrollo particular que tienen todas sus expresiones, las cuales, soportadas en la mayor parte de los casos por una estructura común, se caracterizan por la variabilidad regional con que se aplican; este es uno de nuestros  grandes secretos ancestrales. El proceso de conservación implementado por los mayores con su fórmula “de boca en boca”, del secreto celosamente guardado, de la trasmisión directa, se convirtió en toda una disciplina de salvaguardia, la cual, ha permitido que oralidad y escritura se encuentren en un diálogo abierto. Desde los puntos de vista anteriores, no le damos la razón a la cultura occidental en el querer demostrar que sólo las culturas que tienen como eje a la escritura, son válidas y que existen distancias entre oralidad y escritura.
En el Chocó cultural, oralidad y escritura, guardan una relación que permite conectar el pasado con el presente y mantener las expectativas de salvaguardia de todas nuestra simbologías, hacen posible que  el registro se convierta en el culmen de la protección cultural; allí juega papel importante lo que cada uno cuenta, cómo lo cuenta, para que el investigador escriba en forma selectiva y responsable. Estas sabias palabras, nos lo confirman: “la oralidad es una categoría en la que la escritura se recrea y proyecta aquello que entiende como sus carencias” (Marcone, 1997: 33)” en este sentido también hay que afirmar que los estudios sobre oralidad también pertenecen a la cultura del libro y se encuentran ampliamente determinados por los presupuestos que se  infieren de la cultura letrada.”[2]
En el caso concreto de nuestros investigadores culturales, se observa una constante: casi todos mantienen el rango de la oralidad y la escritura, teniendo como ejes a la entrevista, a los diálogos comunitarios, a las conversaciones dirigidas y al registro, así, el producto se quede en el llamado borrador, este, se convierte con el tiempo en material de consulta; a lo largo de la historia cultural chocoana, han llegado a nuestras manos papeles de color amarillento, tinturados por el paso inexorable del tiempo, pero que guardan en sus entrañas verdades, sabiduría,historias,las cuales, se revitalizan en manos de otro investigador, sin perder su esencia
La escritura, con propósitos de: apropiación, promoción y difusión, ha sido otro de los roles asumidos para guardar el conocimiento ancestral, materia prima para la construcción del patrimonio cultural chocoano, del orden material e inmaterial; escuchar las voces de los mayores, registrarlas para dejar evidencias, son formas de hacerle frente a la globalización en sus pretensiones de homogenización cultural. Así, los datos que han sido conservados por la mente durante mucho tiempo, siguen en ella, pero tienen otra posibilidad de conservarse mediante la escritura.” La dimensión de informalidad y formalidad, permite darnos cuenta que lo oral y lo escrito están atravesados por ella, y que por eso en realidad  no se encuentran tan distanciados (el lenguaje oral formal, puede asemejarse al lenguaje escrito)”[3]
El valor de la palabra hablada, radica también, en que permite una interacción directa con el otro interlocutor, no tiene maquillajes, es pura, es el escritor quien la adereza a su manera, haciéndola lo más clara posible  para otros y otras; por esto no pierde su valor como fuente primigenia de la investigación. Tomemos en cuenta la siguiente reflexión, para entender mejor la importancia del diálogo entre dos o más personas, el cual, tiene como objetivo primordial construir historias y además  validar el habla:”…usando tan solo la palabra escrita, sin revelar rostros o sin necesidad de establecer elementos concretos y reales de referencia sobre dónde, cómo y de qué manera se vive, es pretender ser otra persona sin mucho esfuerzo”[4].El lenguaje hablado se preocupa por involucrarse con el oyente sobre la base de su experiencia.[5]
En el Chocó oral y escrito merecen recordarse nombres que abrieron el camino para que oralidad y escritura se encuentren a través de las diversas expresiones culturales, para que se mantengan en esta relación necesaria, hablamos de: Blas María Palacios, conocido como “el poeta del pueblo”, Andrés Palacios, conocido como “el búho negro”, Madolina Rentería Caicedo, quienes con un escaso, o ningún rango de escolaridad, contaron historias a través de la poesía y del canto repentista; Rogerio Velásquez Murillo, Miguel Antonio Caicedo Mena, César E. Rivas Lara, Carlos Arturo Caicedo Licona, Juancho Velasco Mosquera, Carmelo Enrique Rentería Cuesta, desde un trabajo más elaborado, pero, basado en el habla pura e individual, en el conversatorio con la comunidad y teniendo como eje a la relación tripartita: habla, oralidad y escritura, han construido sus propios legados, los cuales serán siempre vigentes porque cargan en su seno la historia que nos identifica como pueblo marcado por el diálogo intercultural.
Mantener las dinámicas en las cuales se han apoyado los hablantes, oralituristas y escritores mencionados, ha sido también parte de mi quehacer cultural, desde el cual, he logrado editar siete libros, revistas, escribir artículos y sustentar ponencias, aprovechando al máximo los encuentros con la palabra hablada para terminar  haciendo el registro de todas estas experiencias y seguir confirmando la relación oralidad-escritura. Desde este camino, se ha logrado recuperar elementos de nuestra cultura que están en riesgo de perderse por muchas razones, entre otras: la ruptura del diálogo intergeneracional, lo cual, ha alejado a los mayores de los menores.
Las tesis de algunos investigadores, sobre oralidad y escritura, en especial el caso del grupo denominado “la gran división”, en su opinión de que “oralidad y escritura se desarrollan de maneras independientes”[6], han merecido una respuesta, expresada a través de este ensayo, argumentada en la importancia de la relación: habla, oralidad y escritura, aplicada a la cultura chocoana tratando de demostrar que entre nosotros estas tres prácticas se corresponden, desde la trasmisión del conocimiento tradicional y desde nuestro quehacer cotidiano.
Oralidad, fuente donde bebemos todos aquellos que traducimos la sabiduría de los pueblos, una vez esta sale de los hablantes originales, quienes han poblado las orillas de nuestros ríos, las entrañas de nuestra selva y mejor que nadie conocen las dinámicas de la madre naturaleza, pasa por el camino de la escritura, para conservarse en el tiempo y en el espacio, en una relación indisoluble.
Quibdó, Noviembre 15 de 2013

Referencias Bibliográficas
VICH, Víctor, ZAVALA, Virginia, Oralidad y Poder, grupo editorial Norma, Septiembre de 2007.
SABATO, Ernesto, la Resistencia, 5ta ed.Xeix Barral, Colombia, Julio de 2001
VILLANUEVA, Mancilla Eduardo, Comunicación en la era digital, grupo editorial Norma, primer ed. Abril de 2006.
ZAMUDIO, Javier, Qué es oralidad, tipos de oralidad y su relación con la literacidad, publicado en Octubre 22 de 2009.




[1] Víctor Vich Y Virginia Zavala, Oralidad y Poder, herramientas metodológicas, grupo editorial Norma, primera ed. Abril 2007, pág. 73
[2] Oralidad y poder, herramientas metodológicas, Víctor Vich y Virginia Zavala, grupo editorial Norma, Abril, Septiembre de 2007, pág.20.
[3] Oralidad, poder, herramientas metodológicas, Víctor Vich y Virginia Zavala, grupo editorial NORMA, Abril, Septiembre de 2007, pág.36.
[4] Villanueva Mansilla Eduardo, Comunicación interpersonal en la era digital, grupo editorial Norma, primera ed. Abril de 2006, pág.111.
[5] Villanueva Mansilla Eduardo
[6] Citado en el  ensayo ¿Qué es la oralidad, tipos de oralidad y su relación con la literaciad, publicado por Javier Zamudio, en Octubre 22 de 2009.

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