HABLA,
ORALIDAD Y ESCRITURA, EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CULTURA CHOCOANA
Ana Gilma Ayala Santos
La
cultura chocoana es la síntesis de la simbiosis étnica entre América, España y
África. El indio y el negro en su lucha por la supervivencia recrearon sus
formas de vida, rompiendo barreras, entre ellas, las diferencias lingüísticas;
las cuales, fueron superadas a través de los préstamos culturales, permeados
también por las supervivencias hispanas.
Se
considera que todo el acervo cultural chocoano tiene como eje fundamental a la
re-creación, es este, el gran valor social del esclavizado, quien a su vez,
depositó en sus descendientes el anhelo de guardar para otras generaciones, a
fin de que su legado no se perdiera; la palabra hablada, fue el elemento determinante
en estas relaciones, desde estos puntos de vista se plantean las reflexiones
que sustentan el ensayo, en un recorrido rápido por los caminos de la cultura
chocoana, para encontrar respuestas sobre los aportes hechos desde la oralidad,
por nuestra gente sencilla y a veces sin grado de escolaridad alguna.
La
oralidad, entendida como la fuente primaria del lenguaje, es la fuerza de resistencia
y de cohesión determinante en la construcción y salvaguardia de la cultura
chocoana. La trasmisión del conocimiento ancestral, se ha sustentado en el
diálogo intergeneracional a través del tiempo y ha permitido que nuestros
saberes pasen de un grupo humano, a otro. El día en que este diálogo se corte,
firmaremos la carta de defunción de nuestra cultura y con ello también la de
nuestra historia como pueblo indio, negro y mestizo. Hacemos memoria de las
palabras de Ernesto Sabato, en su libro la Resistencia:
Me avergüenza pensar en los viejos que
están solos, arrumbados, rumiando el triste inventario de lo perdido.
Contar
historias, cuentos, mitos, leyendas, entre otros elementos de la tradición
oral, ha sido función del habla regional, donde cada individuo expresa de
acuerdo a la forma como le fue trasmitido, la diversidad del gran acervo
cultural chocoano, sustentado en el encuentro de las subculturas regionales de
cada río, vereda, caserío, o pueblo. Así, el proceso hablante es el gran gestor
de una huella cultural grande en América y en especial en el Chocó. El
siguiente comentario reconfirma el papel de la tradición oral en la construcción
de identidad: “Los textos orales fueron sumidos como una especie de “alma natural
“que siempre permanece latente guardando la esencia de los pueblos[1]
La
resistencia cultural chocoana, se sustenta en encuentros de dialectos,
idiolectos, entre antiguas prácticas, tradiciones, religiosidad, espiritualidad,
elementos trasversalizados en los palenques, los cuales, han servido de
cohesión comunitaria y que han tenido como eje a la palabra hablada, la cual,
fue recreada en el escenario de una libertad lograda a sangre y fuego.
La
oralidad tiene unos riesgos, los cuales no podemos desconocer, pero en el Chocó
ha sido muy fuerte el don de la palabra hablada, a tal punto, que cada ancestro
mayor o menor, cada descendiente de los esclavizados, cada abuelo, tío,
padrino, rezandero o cantador de alabaos, curandero, partera, carpintero de
ribera, agricultor, pescador y minero, ha asumido el papel de trasmisor con
responsabilidad, con disciplina y con amor; lo que se convierte en una
oportunidad para hacerle frente a cualquier intento de pérdida cultural.
Nuestra
fortaleza oral es tan inmensa, que la riqueza de la cultura chocoana se
sustenta en su diversidad, en el desarrollo particular que tienen todas sus
expresiones, las cuales, soportadas en la mayor parte de los casos por una
estructura común, se caracterizan por la variabilidad regional con que se
aplican; este es uno de nuestros grandes
secretos ancestrales. El proceso de conservación implementado por los mayores
con su fórmula “de boca en boca”, del secreto celosamente guardado, de la
trasmisión directa, se convirtió en toda una disciplina de salvaguardia, la
cual, ha permitido que oralidad y escritura se encuentren en un diálogo abierto.
Desde los puntos de vista anteriores, no le damos la razón a la cultura
occidental en el querer demostrar que sólo las culturas que tienen como eje a
la escritura, son válidas y que existen distancias entre oralidad y escritura.
En
el Chocó cultural, oralidad y escritura, guardan una relación que permite conectar
el pasado con el presente y mantener las expectativas de salvaguardia de todas
nuestra simbologías, hacen posible que
el registro se convierta en el culmen de la protección cultural; allí
juega papel importante lo que cada uno cuenta, cómo lo cuenta, para que el
investigador escriba en forma selectiva y responsable. Estas sabias palabras,
nos lo confirman: “la oralidad es una categoría en
la que la escritura se recrea y proyecta aquello que entiende como sus
carencias” (Marcone, 1997: 33)” en este sentido también hay que afirmar que los
estudios sobre oralidad también pertenecen a la cultura del libro y se
encuentran ampliamente determinados por los presupuestos que se infieren de la cultura letrada.”[2]
En
el caso concreto de nuestros investigadores culturales, se observa una
constante: casi todos mantienen el rango de la oralidad y la escritura,
teniendo como ejes a la entrevista, a los diálogos comunitarios, a las
conversaciones dirigidas y al registro, así, el producto se quede en el llamado
borrador, este, se convierte con el tiempo en material de consulta; a lo largo
de la historia cultural chocoana, han llegado a nuestras manos papeles de color
amarillento, tinturados por el paso inexorable del tiempo, pero que guardan en
sus entrañas verdades, sabiduría,historias,las cuales, se revitalizan en manos
de otro investigador, sin perder su esencia
La
escritura, con propósitos de: apropiación, promoción y difusión, ha sido otro
de los roles asumidos para guardar el conocimiento ancestral, materia prima
para la construcción del patrimonio cultural chocoano, del orden material e
inmaterial; escuchar las voces de los mayores, registrarlas para dejar
evidencias, son formas de hacerle frente a la globalización en sus pretensiones
de homogenización cultural. Así, los datos que han sido conservados por la
mente durante mucho tiempo, siguen en ella, pero tienen otra posibilidad de
conservarse mediante la escritura.”
La dimensión de informalidad y formalidad, permite darnos cuenta que lo oral y
lo escrito están atravesados por ella, y que por eso en realidad no se encuentran tan distanciados (el
lenguaje oral formal, puede asemejarse al lenguaje escrito)”[3]
El
valor de la palabra hablada, radica también, en que permite una interacción
directa con el otro interlocutor, no tiene maquillajes, es pura, es el escritor
quien la adereza a su manera, haciéndola lo más clara posible para otros y otras; por esto no pierde su
valor como fuente primigenia de la investigación. Tomemos en cuenta la
siguiente reflexión, para entender mejor la importancia del diálogo entre dos o
más personas, el cual, tiene como objetivo primordial construir historias y
además validar el habla:”…usando tan solo la palabra
escrita, sin revelar rostros o sin necesidad de establecer elementos concretos
y reales de referencia sobre dónde, cómo y de qué manera se vive, es pretender
ser otra persona sin mucho esfuerzo”[4].El
lenguaje hablado se preocupa por involucrarse con el oyente sobre la base de su
experiencia.[5]
En
el Chocó oral y escrito merecen recordarse nombres que abrieron el camino para
que oralidad y escritura se encuentren a través de las diversas expresiones culturales,
para que se mantengan en esta relación necesaria, hablamos de: Blas María
Palacios, conocido como “el poeta del pueblo”, Andrés Palacios, conocido como
“el búho negro”, Madolina Rentería Caicedo, quienes con un escaso, o ningún
rango de escolaridad, contaron historias a través de la poesía y del canto
repentista; Rogerio Velásquez Murillo, Miguel Antonio Caicedo Mena, César E.
Rivas Lara, Carlos Arturo Caicedo Licona, Juancho Velasco Mosquera, Carmelo
Enrique Rentería Cuesta, desde un trabajo más elaborado, pero, basado en el
habla pura e individual, en el conversatorio con la comunidad y teniendo como
eje a la relación tripartita: habla, oralidad y escritura, han construido sus
propios legados, los cuales serán siempre vigentes porque cargan en su seno la
historia que nos identifica como pueblo marcado por el diálogo intercultural.
Mantener
las dinámicas en las cuales se han apoyado los hablantes, oralituristas y
escritores mencionados, ha sido también parte de mi quehacer cultural, desde el
cual, he logrado editar siete libros, revistas, escribir artículos y sustentar
ponencias, aprovechando al máximo los encuentros con la palabra hablada para
terminar haciendo el registro de todas
estas experiencias y seguir confirmando la relación oralidad-escritura. Desde
este camino, se ha logrado recuperar elementos de nuestra cultura que están en
riesgo de perderse por muchas razones, entre otras: la ruptura del diálogo
intergeneracional, lo cual, ha alejado a los mayores de los menores.
Las tesis de algunos investigadores, sobre
oralidad y escritura, en especial el caso del grupo denominado “la gran
división”, en su opinión de que “oralidad y escritura se desarrollan de maneras
independientes”[6], han
merecido una respuesta, expresada a través de este ensayo, argumentada en la
importancia de la relación: habla, oralidad y escritura, aplicada a la cultura chocoana
tratando de demostrar que entre nosotros estas tres prácticas se corresponden,
desde la trasmisión del conocimiento tradicional y desde nuestro quehacer cotidiano.
Oralidad,
fuente donde bebemos todos aquellos que traducimos la sabiduría de los pueblos,
una vez esta sale de los hablantes originales, quienes han poblado las orillas
de nuestros ríos, las entrañas de nuestra selva y mejor que nadie conocen las
dinámicas de la madre naturaleza, pasa por el camino de la escritura, para
conservarse en el tiempo y en el espacio, en una relación indisoluble.
Quibdó,
Noviembre 15 de 2013
Referencias Bibliográficas
VICH,
Víctor, ZAVALA, Virginia, Oralidad y Poder, grupo editorial Norma, Septiembre
de 2007.
SABATO,
Ernesto, la Resistencia, 5ta ed.Xeix Barral, Colombia, Julio de 2001
VILLANUEVA,
Mancilla Eduardo, Comunicación en la era digital, grupo editorial Norma, primer
ed. Abril de 2006.
ZAMUDIO,
Javier, Qué es oralidad, tipos de oralidad y su relación con la literacidad,
publicado en Octubre 22 de 2009.
[1]
Víctor Vich Y Virginia Zavala, Oralidad y Poder, herramientas metodológicas,
grupo editorial Norma, primera ed. Abril 2007, pág. 73
[2]
Oralidad y poder, herramientas metodológicas, Víctor Vich y Virginia Zavala,
grupo editorial Norma, Abril, Septiembre de 2007, pág.20.
[3]
Oralidad, poder, herramientas metodológicas, Víctor Vich y Virginia Zavala,
grupo editorial NORMA, Abril, Septiembre de 2007, pág.36.
[4]
Villanueva Mansilla Eduardo, Comunicación interpersonal en la era digital,
grupo editorial Norma, primera ed. Abril de 2006, pág.111.
[5]
Villanueva Mansilla Eduardo
[6]
Citado en el ensayo ¿Qué es la oralidad,
tipos de oralidad y su relación con la literaciad, publicado por Javier
Zamudio, en Octubre 22 de 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario