miércoles, 2 de abril de 2014

LOS AMULETOS, EN LA ESPIRITUALIDAD CULTURAL AFROCHOCOANA

LOS AMULETOS, EN LA ESPIRITUALIDAD  CULTURAL AFROCHOCOANA
POR: Ana Gilma Ayala Santos
“Feiticos” es el nombre dado por los portugueses, a los objetos encontrados en las tierras indígenas de América, a los cuales, atribuían poderes mágicos con significados similares a la palabra “hechizo”, de acuerdo a la voz castellana.[1]
Diversos significados, giran en  torno a la palabra amuleto: fetiche, amoliri, (apartar) del árabe jámalet, (llevar colgante) de jámala, (llevar) de amuletum, (que protege a la persona) de amylón, (remedio contra los venenos) cercana también con la palabra talismán.
Desde tiempos remotos, las comunidades afrodescendientes, han cargado con sacralidad a muchos objetos, los cuales, según las visiones de nuestra espiritualidad, una vez ritualizados, actúan como protectores y neutralizadores de las malas energías.
Recogemos las palabras del Presbítero Jesús María Urán Gallo, “Los amuletos representan una fuerza significativa, para quien los profundiza o carga, cuando hay mucha fe, la medalla que llevo al cuello, se carga con fe, lo sagrado es válido para quien cree; las bendiciones y todo lo que entrega la mamá, es sagrado, por la fuerza con que ella lo da.”
.Los amuletos, entre los pueblos esclavizados y sus descendientes, se convirtieron en elementos de resistencia, contra el miedo a la tierra desconocida, a la esclavización despiadada, las enfermedades, al monte, los animales, para la  protección del cuerpo; buscaron ayuda en: plantas, piedras, colmillos de animales, conchas marinas, entre otros objetos.
 La trasformación de los mismos en amuletos, desde tiempos inmemoriales, ha estado soportada por la ritualidad, para que alcancen el grado de protección que se necesita, frente a determinada situación problemática; ella, se  ha  desarrollado bajo formas diferentes en las distintas regiones del Chocó; los ritos, tienen componentes indígenas y africanos, permeados de la religiosidad española; prácticas, que han actuado durante lustros, por la fuerza de las creencias, las cuales, han trascendido entre muchas generaciones. La fe, y la  energía que personas o comunidades liberan, son los elementos que les confieren el carácter de protectores; el amuleto, así preparado, se perpetúa en  la vida de niños, jóvenes y adultos.
Nuestros mayores, en todos los tiempos han dotado de amuletos, a hijos, nietos, sobrinos, ahijados y personas consideradas parte de la familia extensa chocoana; el nivel de afecto, es importante, pues genera credibilidad en lo entregado, y se convierte en una fuerza importante para portarlo. Jesús dice entre otras palabras, “ningún padre le dará a su hijo, piedras o serpiente, en lugar de panes”, las traducimos y reconocemos, que aquello que viene de los seres que amamos, o que nos aman, está cargado de espiritualidad y de amor.
A pesar de las prevenciones de la iglesia católica, el uso de los amuletos, aún continúa. Haré referencia a los de origen vegetal, los más fuertes entre los afrodescendientes, tales como: el llamado retoño, que brota del tronco de árboles tales como: limón, naranjo, helecho macho, yerba santa, palma de Cristo, retoño, que según la tradición oral, es visible el día Viernes Santo, pero, no todos tenemos la dicha de observar el fenómeno, ni de desprenderlo de la planta.
Son variados los amuletos del orden vegetal, se portan en carteras, bolsos, bolsitas de paño negro: limón pajarito, para neutralizar las malas energías, hojas de yerbabuena, para activarlas, ají pequeño o diablito, para proteger el cuerpo contra bebidas venenosas; las cabalongas, chochos, el carbón que algunos saben encontrar en la raíz de la escubilla, el ajo macho, los picos de cucarrón, las manillas de corales,  para contrarrestar el mal de ojo,el trapo rojo, para ahuyentar a los difuntos que molestan a los niños.
¡Qué decir de los amuletos religiosos!
La cruz, el principal de todos, protege de cualquier mala intención, ya sea, colgada al cuello, rodeando la muñeca, colgada en la casa; su réplica, llamada TAU, o cruz franciscana, ha entrado con fuerza protectora, en el nuevo milenio,  como una respuesta a las relaciones interreligiosas e interculturales, establecidas por los esclavizados con el santo, como una forma de tener compañía y ayuda.
Escapularios, medallas de los diferentes santos con fuerza local, los 33 nudos que se entrelazan el Viernes Santo, bajo ritual católico, para obtener provisión y solución de necesidades, imágenes de los santos portadas en miniaturas plastificadas, son entre otros, los más utilizados.
Los amuletos han ido sufriendo trasformaciones, con el paso del tiempo, y no solo se ajustan a la protección del cuerpo, sino que han hecho extensión a la casa de habitación, a través de riegos, baños, sahumerios, siembra de pantas protectoras en sus alrededores, como: el anamú, palma de Cristo, citronela, lágrima de San Pedro, chucha, sábila, pichindecillo, entre otras.
 Lo importante del tema, es reconocer que, como pueblo negro, mestizo (con todas sus variables) e indígena, no nos sustraemos a la fuerza de las creencias, de agüeros y supersticiones, en todo lo que tiene que ver con la protección; reconocer también como ya se ha manifestado, la fuerza de la fe en todo el proceso, sin ella, no es posible que el amuleto tenga fuerza.
Soy una intérprete de los saberes populares, alguien que quiere mostrar siempre que, la resistencia cultural,  es la fuerza que ha movido la historia de los pueblos afrodescendientes e indígenas; aunque la modernidad desmonta esquemas simbólicos, no ha podido, borrar generacionalmente, las supervivencias africanas en el Chocó, ya que, son evidencias de nuestra espiritualidad cultural, la cual, no se desvanece en el tiempo, ni en el espacio. El gran aporte de África al Chocó, fue la cultura recreada, que hoy está bajo la responsabilidad de los afrodescendientes, para cuidarla y salvaguardarla, es esta la razón de llamarnos afrodescendientes, no lo es el color de la piel. La fuerza que tienen las  las creencias, las energías, agüeros y supersticiones, en todo lo que tiene que ver con la protección, se carga en los amuletos y los convierte como dijo un entrevistado en “objetos ligados a la fe de los creyentes”.Como en todos los actos de la vida, algunos, no creen en estas fuerzas de la espiritualidad afro chocoana, se les respeta esta condición.







[1] Ayala Santos Ana Gilma, cita: Du Culte des dieux fetiches- París 1760- Amuletos y Santos en el Atrato, ed. Mundo Libros, 2010, pág.74.

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