LOS AMULETOS, EN LA
ESPIRITUALIDAD CULTURAL AFROCHOCOANA
POR: Ana Gilma Ayala Santos
“Feiticos” es el nombre dado por los portugueses, a los
objetos encontrados en las tierras indígenas de América, a los cuales,
atribuían poderes mágicos con significados similares a la palabra “hechizo”, de
acuerdo a la voz castellana.[1]
Diversos significados, giran en torno a la palabra amuleto: fetiche, amoliri,
(apartar) del árabe jámalet, (llevar colgante) de jámala, (llevar) de amuletum,
(que protege a la persona) de amylón, (remedio contra los venenos) cercana
también con la palabra talismán.
Desde tiempos remotos, las comunidades afrodescendientes, han
cargado con sacralidad a muchos objetos, los cuales, según las visiones de
nuestra espiritualidad, una vez ritualizados, actúan como protectores y
neutralizadores de las malas energías.
Recogemos las palabras del Presbítero Jesús María Urán Gallo,
“Los amuletos representan una fuerza significativa, para quien los profundiza o
carga, cuando hay mucha fe, la medalla que llevo al cuello, se carga con fe, lo
sagrado es válido para quien cree; las bendiciones y todo lo que entrega la
mamá, es sagrado, por la fuerza con que ella lo da.”
.Los amuletos, entre los pueblos esclavizados y sus
descendientes, se convirtieron en elementos de resistencia, contra el miedo a
la tierra desconocida, a la esclavización despiadada, las enfermedades, al
monte, los animales, para la protección
del cuerpo; buscaron ayuda en: plantas, piedras, colmillos de animales, conchas
marinas, entre otros objetos.
La trasformación de
los mismos en amuletos, desde tiempos inmemoriales, ha estado soportada por la
ritualidad, para que alcancen el grado de protección que se necesita, frente a
determinada situación problemática; ella, se ha desarrollado bajo formas diferentes en las
distintas regiones del Chocó; los ritos, tienen componentes indígenas y
africanos, permeados de la religiosidad española; prácticas, que han actuado
durante lustros, por la fuerza de las creencias, las cuales, han trascendido
entre muchas generaciones. La fe, y la
energía que personas o comunidades liberan, son los elementos que les
confieren el carácter de protectores; el amuleto, así preparado, se perpetúa
en la vida de niños, jóvenes y adultos.
Nuestros mayores, en todos los tiempos han dotado de
amuletos, a hijos, nietos, sobrinos, ahijados y personas consideradas parte de
la familia extensa chocoana; el nivel de afecto, es importante, pues genera
credibilidad en lo entregado, y se convierte en una fuerza importante para
portarlo. Jesús dice entre otras palabras, “ningún padre le dará a su hijo,
piedras o serpiente, en lugar de panes”, las traducimos y reconocemos, que
aquello que viene de los seres que amamos, o que nos aman, está cargado de
espiritualidad y de amor.
A pesar de las prevenciones de la iglesia católica, el uso de
los amuletos, aún continúa. Haré referencia a los de origen vegetal, los más
fuertes entre los afrodescendientes, tales como: el llamado retoño, que brota
del tronco de árboles tales como: limón, naranjo, helecho macho, yerba santa,
palma de Cristo, retoño, que según la tradición oral, es visible el día Viernes
Santo, pero, no todos tenemos la dicha de observar el fenómeno, ni de
desprenderlo de la planta.
Son variados los amuletos del orden vegetal, se portan en
carteras, bolsos, bolsitas de paño negro: limón pajarito, para neutralizar las
malas energías, hojas de yerbabuena, para activarlas, ají pequeño o diablito,
para proteger el cuerpo contra bebidas venenosas; las cabalongas, chochos, el
carbón que algunos saben encontrar en la raíz de la escubilla, el ajo macho,
los picos de cucarrón, las manillas de corales, para contrarrestar el mal de ojo,el trapo
rojo, para ahuyentar a los difuntos que molestan a los niños.
¡Qué decir de los amuletos religiosos!
La cruz, el principal de todos, protege de cualquier mala
intención, ya sea, colgada al cuello, rodeando la muñeca, colgada en la casa;
su réplica, llamada TAU, o cruz franciscana, ha entrado con fuerza protectora, en
el nuevo milenio, como una respuesta a
las relaciones interreligiosas e interculturales, establecidas por los
esclavizados con el santo, como una forma de tener compañía y ayuda.
Escapularios, medallas de los diferentes santos con fuerza
local, los 33 nudos que se entrelazan el Viernes Santo, bajo ritual católico,
para obtener provisión y solución de necesidades, imágenes de los santos portadas
en miniaturas plastificadas, son entre otros, los más utilizados.
Los amuletos han ido sufriendo trasformaciones, con el paso
del tiempo, y no solo se ajustan a la protección del cuerpo, sino que han hecho
extensión a la casa de habitación, a través de riegos, baños, sahumerios,
siembra de pantas protectoras en sus alrededores, como: el anamú, palma de
Cristo, citronela, lágrima de San Pedro, chucha, sábila, pichindecillo, entre
otras.
Lo importante del
tema, es reconocer que, como pueblo negro, mestizo (con todas sus variables) e
indígena, no nos sustraemos a la fuerza de las creencias, de agüeros y
supersticiones, en todo lo que tiene que ver con la protección; reconocer
también como ya se ha manifestado, la fuerza de la fe en todo el proceso, sin
ella, no es posible que el amuleto tenga fuerza.
Soy una intérprete de los saberes populares, alguien que
quiere mostrar siempre que, la resistencia cultural, es la fuerza que ha movido la historia de los
pueblos afrodescendientes e indígenas; aunque la modernidad desmonta esquemas
simbólicos, no ha podido, borrar generacionalmente, las supervivencias
africanas en el Chocó, ya que, son evidencias de nuestra espiritualidad
cultural, la cual, no se desvanece en el tiempo, ni en el espacio. El gran
aporte de África al Chocó, fue la cultura recreada, que hoy está bajo la
responsabilidad de los afrodescendientes, para cuidarla y salvaguardarla, es
esta la razón de llamarnos afrodescendientes, no lo es el color de la piel. La
fuerza que tienen las las creencias, las
energías, agüeros y supersticiones, en todo lo que tiene que ver con la
protección, se carga en los amuletos y los convierte como dijo un entrevistado en
“objetos ligados a la fe de los creyentes”.Como en todos los actos de la vida,
algunos, no creen en estas fuerzas de la espiritualidad afro chocoana, se les
respeta esta condición.
[1]
Ayala Santos Ana Gilma, cita: Du Culte des dieux fetiches- París 1760- Amuletos
y Santos en el Atrato, ed. Mundo Libros, 2010, pág.74.
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