LA COCINA CHOCOANA, TRADICIÓN Y RITUALIDAD FESTIVA
PARTE II
POR: Ana Gilma Ayala Santos
Cómo no hablar de los” bailes peseteros o
galandros”, encuentros sin ningún tipo de discriminación, donde la pieza
musical que se tocaba y bailaba, era cobrada por otro grupo de mujeres, que con
un plato, tarrito, o canasta en la mano pasaban de parejo en parejo, para que éste
pagara el derecho a bailar con su pareja, a quien le brindaba un plato del
humeante zancocho que hervía en las destapadas cocinas.
El fenómeno crece
y se establece una relación económica entre la fiesta y el contexto
sociocultural de Quibdó, a través de comidas y bendajes tradicionales, en la
cual se detectan las siguientes
caracterizaciones:
Mujeres especializadas y apropiadas del conocimiento
culinario tradicional, herencia social familiar, donde el diálogo
intergeneracional, era condición indispensable para la salvaguardia,
compromisos indisolubles en los barrios, donde cada casa se convertía en un proveedor de comidas y
bendajes tradicionales a la junta barrial; todo un colectivo humano trabaja
para engrosar la economía festiva.
Las verbenas nocturnas al calor de chirimías, fueron
testigos de la presencia de uno de los platos favoritos de quibdoseños y
visitantes, durante el acontecer festivo: el zancocho, con su diversificación
de las tres carnes, (seca, fresca y ahumada) el de pollo de patio, aderezados
con verdura de río y con queso costeño.
Las llamadas “tómbolas” diurnas, otras fuentes de ingreso festivo, donde los actores eran los jóvenes a quienes les
estaba prohibido pernoctar, eran especies de comidas bailables que se
celebraban en las casas especiales dotadas de amplias salas, también allí se
vendías las comidas y bendajes por porciones, espacio propicio para que los
enamorados pudieran hacer derroche de galantería.
Pero, los años ochenta y noventa e inicios del nuevo
milenio, dan cuenta de la crisis de esta actividad barrial, diversificada en
torno a la comida tradicional la cual va decreciendo y solo en algunos barrios
como la Yesquita, Yesca Grande,
pandeyuca, César Conto, subsiste en forma tímida, al tenor de líderes
que no se resignan a perder el legado de los mayores. y continúan haciéndole
frente a la embestida del mercado cultural, a la invasión y al desarraigo
cultural.
La nueva organización franciscana, apoyada por un
número significativo de líderes barriales, devotos y simpatizantes de la
fiesta, ha realizado todo un trabajo de salvaguardia, en torno a la recuperación del lugar que ha tenido la
comida tradicional chocoana, en el desarrollo festivo.
Es así, como el nuevo milenio, específicamente a
partir del año 2008 trae consigo nuevas
actividades cargadas con la simbología del pasado: las “tomas barriales y los
eventos a cargo de la Institución educativa, Santo Domingo Savio y del Club de
Leones de Quibdó, los cuales como tablas de salvación, han logrado un cuarto
objetivo de la comida tradicional chocoana en la fiesta franciscana: mantener
la sabiduría ancestral culinaria, como elemento de apropiación y reconocimiento
a una cultura de resistencia; conozcamos la historia de estos eventos.
La Institución educativa Santo Domingo Savio, a
través del proyecto “Conozcamos lo nuestro, registrado hoy con el nombre
de Feria del rescate cultural
chocoano”, ha incursionado en la fiesta
franciscana con una estrategia metodológica de conservación de la memoria
culinaria chocoana desde el año 1999, hoy cuenta con el aval de la Fundación
Fiestas Franciscanas de Quibdó.
El 20 de Septiembre de cada año, terminada la misa
de apertura de fiesta, el pueblo participante de la misma, visitantes,
estudiantes, formando un nutrido público, se deleitan a orillas del río Atrato,
en las casetas representativas de los municipios chocoanos y sus referentes
históricos, con los sabores y saberes, vendidos por porciones, entre comidas y
bendajes; las danzas, cuentos poesías,
cantos, mitos, cuentos y leyendas, enmarcan el evento.
En el año 2002, el club de Leones Monarca de Quibdó,
irrumpe en la fiesta franciscana con una muestra de la cocina de las abuelas en
el Parque del Centenario, la cual, año tras año ha ido creciendo y despertando
el interés de quienes cada tres de Octubre, acuden al Malecón su nuevo escenario, a degustar los
platos preparados con esmero por las mujeres que fungen como esposas de los
integrantes del mencionado club, las mismas que sirven presurosas las porciones
solicitadas; la música tradicional acompaña la tarea, para solucionar con su
producido, las necesidades de los escolares de la comunidad que la organización
tiene a bien apoyar cada año.
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