ORÍGEN DE LA FIESTA FRANCISCANA DE
QUIBDÓ
PARTE I
POR: Ana Gilma Ayala Santos
El origen de la fiesta franciscana, está documentado
en los archivos de los frailes franciscanos y capuchinos, algunos de los
cuales, han sido encontrado recientemente, en el archivo general de la nación,
(Informes, cartas, manuscritos, crónicas de viajes, entre otros) y en algunos
pocos datos que aporta la tradición oral.
Después de escudriñar durante más de treinta años,
sobre este tema, al lado de Omar palacios Mosquera, de otros investigadores y
de mayoritarios, portadores de la
memoria festiva, considero que, es indiscutible manifestar que, el origen de la
fiesta franciscana de Quibdó, es esencialmente religioso. Hay sustento
considerable de su sostenibilidad, entre los años 1648, y 1901, (Expulsión de
los capuchinos) sin desconocer el vacío religioso en que cae la festividad
entre 1901 y 1908; superado, con la llegada de los misioneros claretianos, el
15 de Febrero de 1909.
El compromiso y salvaguardia del pueblo quibdoseño,
durante este período, se sustenta en la tradición oral, trasmitida por muchos
mayoritarios y confirmada, por la folclorista Madolia de Diego Parra, en el “Primer
Conversatorio para definir las fronteras franciscanas”, realizado el día 8 del
mes de Febrero de 2008, en el aula múltiple del IEFEMP; bajo la responsabilidad
de la Fundación Fiestas Franciscanas de
Quibdó.
El hecho histórico, se relaciona, con la celebración
de la fiesta, durante los años mencionados, a través de alumbramientos,
realizados en las casas de los jefes barriales, a puerta cerrada, teniendo al
miedo como referente, por los estragos de la guerra de los mil días y al calor
de rezos y alabaos, en los momentos en que era posible; las mujeres avezadas,
como Gertrudis Cuesta, trasportaban a los hombres de casa en casa, escondidos
en sus faldas “barre calles”.
La llegada de los esclavizados, si bien, trae las
consecuencias que todos conocemos, permitió que, entre ellos y el santo, se
establecieran unas relaciones interreligiosas e interculturales muy fuertes,
las cuales, fueron fundamentales, para la sostenibilidad festiva; llevando al
pueblo y al santo, a un proceso de “etnizaciòn”, incomparable, en la historia
de los santos católicos y el pueblo. San Francisco de Asís, cambia de nombre y
se convierte en “San Pacho”, un compañero más, que comparte penas y alegrías
con el mismo.
Negar la presencia franciscana en el Chocó, es
difícil, negar las investigaciones de Rogerio Velásquez, es negar también, el
lugar que ocupa en la antropología colombiana.
Todos los artículos publicados en esta columna, están
sujetos a correcciones, en el evento en que aparezca otra investigación, con
documentos que demuestren lo contrario. No olvidemos que la investigación
sociocultural, está sujeta a los cambios de la tradición oral y que no existen
verdades absolutas. En mi caso personal, solo me asiste el deseo de compartir
con la humanidad, los hallazgos que he encontrado, desde la tradición oral,
hasta lo documental.
Por todo lo anterior, en los próximos dos números de
este artículo, voy a entregar datos a los lectores, los cuales, les permitirán,
la comprensión de la historia franciscana y sus fortalecimientos; los
posibilitará para entender, que el evento magno ocurrido en la calle Yesca
Grande, no es el origen de la fiesta franciscana, pero sí, activó el proceso de
la pueblerización de la misma, por parte del pueblo negro y mestizo.
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